La historia del tenis había vuelto a convocar al español Rafael Nadal y al suizo Roger Federer en la pista Philippe Chatrier en un duelo en el que el número uno del mundo defenderá su corona frente al mejor tenista de todos los tiempos. Nadal jugaba para ganar su sexto Roland Garros e igualar el récord de Borg.
Se trataba de la decimonovena final entre estas dos leyendas del deporte. Así las cosas, además de un Roland Garros, había mucho más que un título de Grand Slam, el décimo para Nadal, el decimoséptimo para Federer. El suizo venía de eliminar a Novak Djokovic, imbatido hasta el momento esta temporada. Roger Federer empezó como un ciclón y, administrando aces, reveses y derechazos, se puso 2-5 en el marcador a las primeras de cambio. La cosa pintaba mal cuando, para más inri, Rafa pidió asistencias por molestias en la planta de su pie izquierdo. Sin embargo, curiosamente todo cambiaría a partir de este punto. Tal vez Federer vio el set resuelto; quizás Nadal comprendió que había llegado el momento de apostar al todo o nada. El caso es que el de Manacor sacó la apisonadora y, gracias a un parcial de 6-0, ganó el set por 7-5. Federer había derrochado la carta del primer juego rápido: su carta favorita ante Rafa y tal vez su única opción de victoria. Parón por la lluvia al final de la segunda manga. El helvético pagó su inocencia en los primeros compases de la segunda manga; Roger parecía desquiciado tras la exhibición del número 1 de la ATP y, cabizbajo, parecía aceptar que Nadal le había birlado un set que tenía atado. Sin embargo, el suizo seguía enganchado al marcador alternando aces y errores en su servicio. Así llegamos al momento álgido del segundo set, con Nadal cerca de poner tierra de por medio. Fue entonces cuando el cielo de París se abrió e hizo un favor a Roger: apareció la lluvia y se interrumpió el partido; ganaba Rafa 7-5, 5-4 y 40-40 con su servicio. A la reanudación, Federer rompió el saque a Rafa y llevó el set al tie break. A esas alturas Nadal no perdonó y se llevó la manga. El tercer set fue de tenis control, con los dos tenistas ganando sus respectivos servicios. Sin embargo, con 3-2 en el marcador el de Manacor obró la rotura y puso la directa hacia el título. Acto seguido, no obstante, Federer le devolvió el break gracias a su tenis anárquico de raquetazos imposibles. Con el partido claramente decantado en favor de Rafa, Federer rompió el servicio al balear, se puso 6-5 en el tercer set y sirvió para ganarlo. Rafa Nadal había perdonado el 5-2 y lo había terminado pagando. La gran incógnita era si el helvético sería capaz de llevar el choque a la quinta manga. El cuarto set no tuvo más historia. Pronto Nadal le rompió el saque y el juego de Federer se vio desarbolado a pesar de la clase helvética desde el fondo de la pista. Nadal entra en el Olimpo de Roland Garros y, por extensión, de la historia del tenis tras equipararse al mito de Borg con seis títulos en París. Fuente: antena 3.