Tepco, la compañía que explota la planta nuclear de Fukushima, ha anunciado esta mañana (madrugada en España) que ha comenzado a instalar un cinturón de metal alrededor de la central para evitar más filtraciones de materiales radiactivos al océano Pacífico.
La compañía asegura que desde el miércoles no se han producido vertidos al mar, a pesar de lo que la última lectura de yodina radiactiva informa de que el nivel de contaminación está 63.000 veces por encima del límite legal. El proyecto de levantar una cortina de acero y una valla alrededor de las instalaciones tiene como principal objetivo tranquilizar tanto a los habitantes del país como a la comunidad internacional, muy alarmada por todo lo concerniente a la planta de Fukushima y la contaminación atómica. Mientras tanto, se buscan soluciones a marchas forzadas para detener la catástrofe y busca colaboradores. El último, la compañía tecnológica Toshiba, que ha ofrecido desmantelar los cuatro reactores dañados de la central en un periodo de 10 años, informa France Presse citando a la agencia japonesa de noticias Kyodo. El desmantelamiento de los reactores de la central estadounidense de Three Mile Island, lugar de la segunda peor catástrofe nuclear de la historia (en 1979), por establecer una comparativa, tardó cerca de 14 años. Precisamente es la experiencia de trabajo en el desmantelamiento de esta central, en el que trabajó la filia estadounidense de Toshiba, Westinghouse Electric, el argumento principal de Toshiba para acceder a este trabajo. Toshiba es uno de los dos fabricantes de reactores nucleares de Japón, junto con Hitachi. La compañía ha enviado la propuesta a la compañía que administra la central, Tokyo Electric Power (Tepco), además de al Gobierno. La preocupación en el mundo no disminuye al ritmo que le gustaría a los japoneses. Como prueba de ello, esta noche China ha prohibido importar productos de granjas de 12 zonas de Japón. No es el primer aviso que el poderoso vecino de Tokio le da sobre su disconformidad sobre la forma en la que está gestionando la crisis y asegurando la región: después de que el Gobierno de Naoto Kan autorizara vertidos de aguas radiactivas en el mar, Pekín ya protestó, igual que lo hizo Seúl. El terremoto que sacudió el jueves por la noche el noreste de Japón con una magnitud de 7,1 en la escala de Richter ha vuelto a poner de manifiesto los riesgos potenciales de las plantas nucleares del país, debido a su instalación en una zona de gran actividad sísmica. El temblor -réplica del terremoto de intensidad 9 del pasado 11 de marzo, que provocó un gigantesco tsunami y desencadenó una grave crisis atómica en la central de Fukushima- causó al menos tres muertos, dañó otras tres centrales nucleares de la región y dejó sin electricidad a 3,3 millones de personas. La planta atómica de Onagawa, en la prefectura de Miyagi, sufrió derrames del agua de las piscinas de las barras de combustible usado en sus tres reactores, que estaban apagados. También se produjeron fugas en otros tres lugares de la central, pero Tohoku Electric Power, la compañía propietaria, dijo que no había habido cambios en los niveles de radiación en el exterior. La central de Onagawa se detuvo automáticamente y luego se enfrió de forma segura tras ser golpeada por el maremoto de 13 metros de altura del mes pasado. En aquella ocasión, también se produjeron fugas en las piscinas y en otros puntos a causa del temblor de tierra. La contaminación fue limpiada posteriormente. El seísmo del jueves, el más potente que sufre Japón desde el 11 de marzo, cortó dos de las tres líneas de suministro eléctrico exterior de Onagawa. El sistema de refrigeración de las barras se interrumpió brevemente, pero volvió a funcionar con la línea eléctrica, que aguantó. Además, tenía un generador de emergencia. "Detectamos una pequeña subida de radiactividad dentro de los edificios de los reactores, y estamos intentando localizar el origen de las fugas. No hemos visto cambios en los niveles de radiación fuera de los edificios", dijo la empresa. El epicentro del temblor -que generó una alerta de tsunami de hasta dos metros, que finalmente no se produjo- se situó a 20 kilómetros de Onagawa y 120 kilómetros de la planta de Fukushima. Otras dos centrales, Rokkasho e Higashidori, en la prefectura de Aomori, perdieron brevemente la fuente de electricidad exterior de los sistemas de refrigeración de los reactores, pero conservaron al menos un sistema de emergencia operativo. El complejo de Fukushima, donde los técnicos luchan desde hace casi un mes para estabilizar sus reactores y detener la fuga de radiactividad en el peor desastre atómico que vive el mundo desde Chernóbil (Ucrania, 1986), no sufrió daños adicionales, según Tokyo Electric Power (Tepco), la compañía propietaria. Más de medio millón de hogares seguían anoche sin suministro eléctrico en el noreste de Japón. La réplica ha llevado aún más inquietud a una población que apenas comenzaba a recuperarse del desastre del mes pasado, en el que murieron o están desaparecidas más de 27.000 personas. Ayer se volvió a producir acaparamiento de agua, comida y pilas en la región afectada. La gasolina volvió a escasear. El Gobierno anunció los objetivos de reducción de consumo eléctrico en la zona de Tokio y el noreste del país para hacer frente a la paralización de centrales eléctricas provocada por el terremoto y el tsunami, que segó un 23% de la capacidad de generación de Tepco. Con esta medida, pretende evitar los apagones rotatorios. Las grandes empresas y otros grandes consumidores deberán recortar un 25% el consumo máximo en verano; las empresas medianas deberán bajarlo un 20%, y los hogares, entre un 15% y un 20%. Fuente: el país.com.