Hacer dinero y donarlo son dos acciones que generalmente son consideradas distintas. Primero hay que facturar y hacer dinero para que luego la vena filantrópica inspire la generosidad, mucha o poca. Pero ¿y si se pudiera combinar el espíritu emprendedor y su aprovechamiento para el bien común? Esa fue la pregunta que se hicieron un grupo de británicos en un bar y resolvieron poner en marcha One Water, una embotelladora de agua que dedica sus beneficios a proyectos para proveer agua potable en África.
Duncan Goose, publicista, señala que "realmente, no hay que hacer mucho para meterse en el negocio del agua embotellada. Está el agua, está la botella. Puedes cambiar el tapón, la etiqueta, pero no mucho más". "Pero si haces que el objetivo de tu negocio sea darle agua a los que lo necesitan en África, entonces puedes usar eso para vender la botella". Y funciona. El producto de Goose ya compite codo a codo con Evian y Perrier, pero los beneficios van fundamentalmente al proyecto PlayPumps. Diversificación: PlayPumps aborda un concepto ingenioso en el que se engancha un tiovivo a una bomba de agua y un pozo. Así, utiliza la energía que producen los niños mientras juegan como motor para propulsar el agua a una cisterna para su almacenamiento. One Water afirma que han ayudado a un millón de personas a conseguir agua potable en África. Ahora, la empresa va a diversificar sus productos así que fabricarán agua vitaminada, condones, papel del baño, pañuelos de papel o jabón de manos en marcas como One Vitamin Enhanced Water, One Condoms, One Toilet Tissue o One Handwash. Y también participarán en proyectos de microfinanciación africanos. Hay otras historias similares. Pants to Poverty es una empresa que fabrica ropa interior que califican como "ética" pues es producida respetando el medio ambiente y apoya a las familias que producen algodón en India. Bikeworks, situado en el corazón del económicamente deprimido de Londres, le enseña a las personas sin hogar y desempleadas a arreglar y vender bicicletas. Es difícil saber cuántos empresarios socialmente responsables existen, pero en el Reino Unido las empresas categorizadas legalmente como de interés comunitario superan las 4.500. Confusión: Pero hay muchas más que se denominaran empresas socialmente responsables y que engloban un gran abanico de estructuras. En algunos casos se trata de compañías que gestionan negocios de forma muy severa para, una vez superados los costos, dedicar todos los beneficios a sus proyectos sin ánimo de lucro. Algunas se benefician de proyectos comunitarios, otras de las autoridades locales. Otras tienen características de ONG o son simplemente ONG que toman una vocación más empresarial. Por ejemplo, la ONG británica Mencap, que se dedica a ayudar a personas que tienen dificultades de aprendizaje, obtiene sólo un 10% de sus recursos de campañas para recaudar fondos. El resto proviene de operaciones comerciales. Para algunos esta confusión es un problema. El profesor Aneel Karnani de la Escuela de Negocios Ross, de la Universidad de Michigan, afirma que debería haber una clara división entre negocios verdaderos y organizaciones filantrópicas. Los ciudadanos y el bien: "Las compañías deberían hacer dinero y los ciudadanos hacer el bien. Creo que es bueno separar organizaciones con ánimo de lucro de aquellas que no lo son", afirma. "Estar en tierra de nadie no es útil. Trae problemas de gestión: ¿quién va a tener la última palabra, el inversor, el gerente o el donante?" "De la misma forma si no puedes definir y clasificar una empresa social, es difícil para un gobierno regularlas. ¿Qué objetivos tienen que cumplir, por ejemplo, si van a recibir incentivos fiscales?". Y es que, para el profesor Karnani, mezclar los dos conceptos es engañoso. "De lo que hablamos aquí es de compañías que no ganan la rentabilidad total que requiere un mercado competitivo, que son subvencionadas de alguna forma", afirma. "Los inversores están dispuestos a aceptar una rentabilidad más baja, lo que equivale a decir que están realizando una donación a ese negocio", dice. "Más que mezclar las dos, la compañía debería funcionar como una empresa que genera beneficios, el accionista podría obtener una rentabilidad adecuada y decidir donar dinero a un proyecto comunitario. No veo por qué los dos se han de confundir", concluye. Sin embargo los empresarios sociales no muestran ningún signo de confusión, mientras que siguen multiplicándose, los defina uno como los defina. Y hay quienes argumentarían que la definición no es problema, al menos mientras sean capaces de ganarse bien la vida para ellos... y para los demás. Fuente: bbc mundo.